Atención a adultos

Desde nuestro punto de vista, las personas alcanzan la fase de adultos a los 21 años, si bien desde los 21 hasta los 30 se pueden considerar “adultos jóvenes”.

La adultez garantiza que todas las personas, con algunas diferencias entre ellas, han adquirido un conjunto de valores, actitudes, destrezas y hábitos a partir de sus experiencias. De ellas dependerá, en gran medida, el cómo enfrenten las situaciones de su vida.

Si ante dichas situaciones el estado emocional más frecuente es el de calma y tranquilidad, se puede considerar que las personas disfrutan de una buena calidad de vida.

Cuando, por el contrario, un adulto se encuentra en algún momento ante una situación prolongada de irritabilidad, tristeza o ansiedad, se puede afirmar que tiene una mala calidad de vida y puede considerar la posibilidad de recibir ayuda de un profesional de la Psicología.

ATENCIÓN A ADULTOS

Introducción

La atención a personas adultas requiere de un conjunto de intervenciones que dependen de las características individuales y del contexto familiar, laboral o social en el que se desenvuelven de manera habitual.

Los servicios de atención a adultos del GAC tienen por objeto dar respuesta a las necesidades que no quedan cubiertas de manera eficiente por los recursos comunitarios disponibles. Como tales, constituyen un complemento o una alternativa a las atenciones que reciben por parte de otros servicios socio-sanitarios.

Nos hacemos cargo de cada situación problemática que afecta a los adultos de una manera totalmente individualizada y centrada de manera muy concreta en lo que necesita para recuperar su bienestar emocional.

CÓMO SE LLEVA A CABO LA ASISTENCIA A ADULTOS EN EL GAC

El proceso que seguimos en cada caso es el siguiente:

Tras recibir una solicitud de consulta, en la que se nos comenta el motivo de la misma, le asignamos un profesional del equipo para una primera entrevista.

Iniciamos un proceso de recogida de información mediante una entrevista de valoración de la situación y la administración de cuestionarios. Todo esto nos permite conocer de manera rápida y fiable algunas características de la persona, así como de las circunstancias de su entorno, que pueden contribuir a la explicación de su situación actual

Con la información obtenida, llevamos a cabo un análisis de la situación global de la persona, elaborando una posible explicación del problema.

Una vez presentada al cliente la explicación que le ofrecemos, planificamos un conjunto de acciones que se le detallan, explicándole el fundamento de cada una de ellas, su finalidad y el tiempo o número de consultas que se estiman necesarias para la resolución o mejora del problema consultado.

De manera general, nuestra asistencia se lleva a cabo con una consulta semanal durante cuatro semanas consecutivas, para continuar con una consulta cada quince días durante uno o dos meses y una consulta al mes durante los siguientes meses, hasta la consecución de los objetivos propuestos (usualmente otros dos/tres meses).

Alcanzado un objetivo inicial de éxito, que se puede lograr entre tres o cuatro meses, procedemos a considerar un “alta inicial”, proponiendo al cliente un seguimiento, presencial o telefónico durante los seis meses siguientes.

Nuestros planteamientos

En el Grupo ALBOR-COHS consideramos que las situaciones de malestar emocional habituales de las personas no se explican por ninguna patología de origen físico. Es decir, no se deben a daños en los órganos, alteraciones bioquímicas o a déficit de neurotransmisores.

Nunca se han aportado evidencias suficientes de que la conducta alterada o los estados emocionales se deban a desequilibrios fisicoquímicos de nuestros organismos, excepto en algunos casos muy concretos (psicosis, esquizofrenia, TOC, trastorno bipolar y unos pocos más).

Para entender por qué una persona se siente irritada o triste durante días, o que no consiga sentirse tranquila y relajada, no es necesario apelar a explicaciones biológicas. Por ese mismo motivo, tampoco consideramos que la solución se pueda encontrar en la medicación, aunque pueda ser de ayuda apoyarse en ella en algunas circunstancias.

Por todo lo anterior, hemos adoptado un punto de vista no patológico, y por ello indicamos que no tratamos enfermedades ni diagnósticos, sino que tratamos con personas que tienen dificultades para regular sus pensamientos, controlar sus emociones y tomar decisiones respecto a sus acciones en diferentes contextos de su vida.

De acuerdo a este planteamiento, la metodología que seguimos, denominada cognitivo-conductual avanzada, se centra en la enseñanza de diversas habilidades a la persona que ha depositado su confianza en nosotros. Gracias a ellas, modificará su forma de afrontar sus situaciones problemáticas, y  conseguirá cambiar sus resultados, conduciendo a un cambio de hábitos y actitudes.

A lo largo de varias sesiones, distanciadas brevemente en el tiempo, le ayudamos a identificar ideas o pensamientos que no son racionales, a través de las cuales interpreta su realidad, la valora y reacciona con emociones que le producen malestar. Todo esto le lleva a tomar decisiones que solamente cronifican o empeoran esa situación. Con esta metodología, más didáctica que terapeútica, la persona va poniendo en práctica los nuevos modos de pensar y de actuar y comprobando día a día como recupera y aumenta su bienestar emocional.